Se acabaron los ensayos del
Grupo de Teatro Bohemios. Ya habían hecho la última función de esta temporada,
y un buen descansito de ¡Pilladas Bohemias! no me vendría mal. Pero antes, les
escribí un whatsapp muy emotivo despidiéndome de ellos, y deseándoles que
pasaran un feliz verano. Casi todos comenzaron a escribir en el momento, y me
contestaron muy emocionados. Sin embargo, la única que no me contestó en el
momento, fue Pi Modroño, la directora. Pero estaba en línea y pude leer arriba
en letras verdes: “Pi está escribiendo”. Esperé unos segundos, pero como seguía
escribiendo, decidí seguir adelante con mi viaje. Saqué el coche del garaje, lo
lavé, y empecé a cargar la baca del coche y el maletero para mi viaje a las
playas de Torrevieja. Volví a mirar el móvil, y… “Pi está escribiendo”. ¿Qué me
estaría escribiendo tanto tiempo? Algo emotivo, seguro. A esta, cuando le da la
vena poética, vamos, ni Antonio Gala. Salí de Ciudad Real temprano para no
pillar atasco. Mi tomtom, me iba indicando por la ruta más rápida, y en pocas
horas pude alcanzar Molina de Segura. Miré otra vez el whatsapp, y… “Pi está
escribiendo”. ¿Todavía? Pensé. En fin. Todo iba según lo planeado, hasta que al
entrar a Murcia, mi móvil recibió un whatsapp. Era un whatsapp de Pi, por fin. Lo abrí, y me asombré al ver
“tres caritas sonrientes con gotas en los ojos”. ¿Tres horas y media para
escribir eso? ¡A una hora por carita! Dejé el móvil, pero nada más dejarlo, comenzó
a sonar y a sonar, muy insistentemente. Paré en una gasolinera y contesté. ¡Maldita
la hora a la que contesté! Era Pi Modroño. “Hola Pi ¿qué tal?” dije. “Te llamo,
porque escribo muy lento por whatsapp”, me respondió Pi. “¿Ah, si? No me había
fijado”, le dije. “¿Dónde estás?” me pregunta. “Pues voy camino de Torrevieja,
a pasar el verano”, respondo. “¿Ah? Muy bonito. O sea ¿que haces Pilladas
Bohemias a todos los actores, y cuando, por regla de tres simple, toca la mía,
vas y te largas? ¡Pues no!”. En ese “¡Pues no!” me imaginé que había cruzado
los brazos enfadada, y que el móvil se le había quedado pegado a la oreja. En
fin. Para resumir, le dije que como ya no había más actuaciones, ya no había
más ensayos, y por lo tanto, ya no habría más ¡Pilladas Bohemias! Ella no
conforme con eso, me dijo que iba a llamar a todos los actores y técnicos, para
hacer un último ensayo a lo grande, y poder hacer su ¡Pillada Bohemia! Cuando
colgamos, malhumorado, tuve que conducir otra vez hacía Ciudad Real. Si, si,
señores lectores, cuando ya estaba tan cerca de la playita, la mismísima directora
del Grupo de Teatro Bohemios, me hizo dar la vuelta si o si. Por sus… Bueno.
Pero claro, salí temprano para no pillar atasco y ahora el atasco me encontró a
mi. ¡¡¡Siete horas retenido dentro del coche, y la “Llamada Perdida” de Pi,
número 69 hacía entrada en mi móvil!!! Je, je, je, pensé en el 69, y no pude
evitar soltar una pequeña carcajada, je, je, je. Estaba ya muy nervioso por
aquella retención que no acababa nunca. Y finalmente decidí tomar las riendas
de la situación, y salí del coche. Me eché el coche a los hombros, y salí de
allí andando como pude para Ciudad Real. Después, paré en una gasolinera, bebí
agua, y seguí adelante. A las pocas horas llegué al Centro de Adultos Antonio
Gala y dejé el coche por allí cerca. Entré al Salón de Actos y vi que ya
estaban desmontándolo. Pi Modroño me llamaba desde el Aula contigua. Y allí
estaban todos, salidos todos de sus papeles, y quejándose por todo. José ya se
había bajado de la silla, Manolo tenía las manos en los bolsillos, Prado ya no
estaba Yacente, Paco se había quitado su Peluca Multicolor, Esther ya tenía los
brazos en su sitio, Chari ya no estaba con el whatsapp, se había quedado sin
batería en el móvil y ahora jugaba al yo-yo, La Pepa estaba ya recuperada de su resaca, y Gemma
ya había salido de entre los rizos. Y mientras Pi, allí de pie posando, para
que le hiciera una ¡Pillada Bohemia! Y entonces yo le dije que si posaba ya no
sería una Pillada. Así pues, miré a todos, y me vino una gran idea a mi mente. Y
le dije a Pi, que me negaría a hacer su Pillada, hasta que no me pagara la
gasolina del coche que había gastado en el viaje de ida y vuelta. Su respuesta
fue “¿Peeero quééé?” Fue ahí cuando hice la fotografía que adjunto a
continuación. Ese dinero, le dije, correspondía que me lo reembolsara el Grupo,
ya que habían sido ellos los que me había hecho venir a propósito. Así pues,
sacaron el dinero de la recaudación que habían ganado de todas las actuaciones
de la temporada, y en lugar de quedárselo ellos para sus cosas, les obligué a
que me lo dieran a mí. Tras unos cuantos insultos y cambios de impresiones, me
empecé a reír, y les dije que era broma. Mi gran idea, les dije, era que con
ese dinero, lo que tendríamos que hacer, es irnos todos a pasar el verano a
Torrevieja. Unas merecidas vacaciones para todos, era lo más apropiado. Se
pusieron muy contentos, y se subieron todos en mi coche. No sé ahora mismo cómo
lo hicieron ¿eh?, pero todos estaban dentro del coche en menos de 3 segundos.
Alucinante. El camino hacía Torrevieja comenzó a nublarse un poco. Pero Javier,
el técnico de luces le dio a un botón y salió el Sol. Manolo dijo: “¿Alguien
quiere un dónut?”. José alzó la voz muy alto, y dijo que él si. Paco también
quería uno, pero sin moho. A Prado le entraron los sudores, le entró un ataque
de catalepsia y se desmayó. Esther la abanicaba sin abanico, movía los brazos
muy, muy rápido. La Pepa
se sentía un poco mareada, y abrió “La Ventana”. Gemma quería un dónut, pero que no
tuvieran pelo. Pi estuvo todo el rato repitiendo “¿Por aquí no hemos pasado
antes? ¿Por aquí no hemos pasado antes? ¿Por aquí no hemos pasado antes?”.
Menos mal, que Chari empezó a cantar su típico repertorio flamenco, y todos
empezamos a cantar muy alegres “María de la O”, incluyendo, a mitad de la canción, el ya
mítico… “Paco ¿qué ha pasao?”.
Pi y su “¿Peeero quééé?” |
No hay comentarios:
Publicar un comentario