lunes, 21 de marzo de 2016

¡Pillada Bohemia de Prado!


En plena Semana Santa, el Grupo de Teatro Bohemios, avanza lentamente por las calles de Ciudad Real, al ritmo de los tambores, camino del Centro de Adultos Antonio Gala. Va a dar comienzo otro alocado día de ensayo. Pi, la directora, va la primera, guiando a sus actores. Tras ella, Esther, con paso firme y pausado, arrastrando un carrito de la compra donde va subido José, que no quiere bajar de la silla; les sigue Manuel, con un guante de boxeo en la mano derecha, cubriendo su dedo anular pidiendo un donut; Paco tras él, llevando a costal a Prado. Una Prado con resaca, con los brazos caídos y los ojos cerrados. No sabemos lo que le pasó la noche anterior, pero aquella tarde de procesiones, al verla de esa guisa, a Javier se le ocurrió la idea de sacarla en procesión, y Chari decidió enfundarse un tambor, y marcar el paso del pobre Paco, cargando a cuestas a esa Prado en posición yacente. La Prado Yacente, ya la llaman algunos. La procesión Bohemia, pasa junto a un parque, donde una anciana señora que estaba haciendo punto, deja el ovillo de lana a su lado, para intentar levantarse del banco. Le agradecen el detalle, todos la miran con pena y alegría. Y la anciana señora, coge fuerzas de donde ya no las tiene, y se arranca con una saeta. La procesión se frena, y Paco comienza a bailar a la Prado Yacente. Chari, marca el ritmo con las notas pausadas y continuas del tambor. La saeta dice así:


Ajaiiii, la Prado Yacente, Ajaiiii,
se me sitúa enfrenteeeee, Ajaiiii.

Ajaiiii, a cuestas de Pacooo, Ajaiiii,
de Paco, Paquito, Pacooooo, Ajaiiii.

Ajaiiii, no se da cuenta del peso, Ajaiiii,
tengo ganas de comer un queso, Ajaiiii.

Ajaiiii, y la Prado Yancente, resacosaaaaaaaaaa, Ajaiiii,
Ajaiiii, Ajaiiii, yaaaa seee despeeeertaaaarááááááááááá.


¡Ole! Le grita el camarero del bar de enfrente.

Finalmente los Bohemios llegan al Centro de Adultos Antonio Gala. La puerta es pequeña y Paco debe entrar a la Prado Yacente de rodillas. Se hace un silencio, todos aguantan la respiración, para que no roce el marco de la puerta, y no se despierte aún Prado. Pero todo va bien, y entra con facilidad. Una vez dentro del Salón de Actos del Centro, Javier ya tiene preparada una silla para depositar a Prado, y que todo feligrés pueda verla. Y… es ahí, cuando a mi se me saltan las lágrimas, y disparo una fotografía que dará la vuelta al mundo. El resultado, es este.

La Prado Yacente.