El apartamento de Torrevieja, estaba situado a escasos
metros frente a la playa. Mi habitación tenía una ventana sobre el escritorio,
donde veía a los cómicos Bohemios disfrutar del agua, del sol y de las
canciones de Chari. Abrí la ventana, y me senté en la silla y observé sus
pequeños rostros que no paraban de sonreír. Estuve así varios minutos
reflexionando, mirándoles, disfrutando de aquel momento. Al mismo tiempo, una
pequeña brisa marina me golpeaba la cara, coordinado con el sonido dulce de las
olas del mar, y del palmoteo de los actores, al ritmo de una canción que no
lograba entender. Mientras, mis manos poco a poco se deslizaban a las teclas
del ordenador del escritorio. Y así, con aquella banda sonora de aire, olas y
canciones, comencé a escribir lo siguiente:
“Pues si, la temporada del Grupo de Teatro Bohemios se ha
acabado. Los “Trastornaos” se bajan de los escenarios hasta septiembre, o...
hasta que les ofrezcan algo que merezca la pena volver. Pero antes, debemos
hacer unas últimas menciones. Porque parece que la comedia es muy fácil de
conseguir, sin embargo, hacer reír es lo más complicado que puedes hacer. Y
además, si no tienes unos actores que respondan, no haces nada. Este año,
Manuel Mondejar, ha hecho “el papel de su vida”, y merece que se reconozca
ahora su esfuerzo. Ha tenido mucho mérito enfrentarse al papel de Fred, y saber
defenderlo como lo ha hecho. Más aún, si añadimos una de las crisis más
importantes (ha nivel interpretativo), que tuvo a principios de año. Sin
embargo, poco a poco, con trabajo continuo y el apoyo de todo el grupo, Manuel
consiguió incluso sorprenderse de sí mismo. O el papel de Esther Lozano,
interpretando a la taxista Camila. Aún nos seguimos preguntando como ha sido
capaz de aprenderse todas esas cifras en tan poco tiempo. Además, se debe
mencionar, que este año Esther, ha cambiado totalmente su registro
interpretativo. Aquí ya no ha interpretado a la típica “mujer mona”, sino que
ha construido un personaje de armas tomar, demostrando que es una magnífica
actriz. Un papel, que a pesar de serle al principio un tanto incómodo, fue
haciéndolo suyo, hasta llegar a una sorprendente K-1000-A. ¿Y Paco Alberola? Un
papel que al principio no encajaba con su personalidad, pero al igual que
Esther, ha sabido hacerlo suyo. Le ha ido incluyendo diversos matices
interpretativos, y al final construyó un Señor Blanco, que ahora ya no podemos
pensar en otro actor que no sea él. Aquí Paco, también ha demostrado ser un
actor muy polifacético, ya que su manera asustadiza de actuar, en
contraposición con los exagerados ataques de pánico, arrancaba las risas de
cada espectador. Aunque, una de las sorpresas, ha sido la de Prado Rubio, al
interpretar a María. Prado se incorporó el año pasado, y nunca antes había
actuado. Pero la “Fe” que pusieron todos en ella, fue tan grande que ha sacado
a la María que
lleva dentro. Una María que caracterizada, y maquillada apropiadamente, se ha
sentido tan segura que para el grupo ha sido una de las revelaciones de la
temporada. También merece ser reconocido el trabajo de Pi Modroño interpretando
a Lilí, y además dirigiendo la obra desde dentro, confiando sus ojos y su buen
hacer a Javier López Velasco, que ha ejercido de ayudante de dirección, y además
se ha encargado de la luz y el sonido. Pero el mérito de Pi, reside en haber
captado la esencia de un personaje muy carismático, y haberlo hecho suyo de
manera sublime con cada frase, gesto y entonación. Además, este papel, la ha
salvado literalmente la vida. Si Lilí, no hubiera sido escrito, ni creado por
el autor, y si Pi, no se hubiera enamorado de ese personaje desde su primera
aparición, no hubiéramos podido ver a una Pi brillar como nunca la ha visto el
Grupo, en todos sus años desde que ella entró. O José González, que pese a
tener cierto reparo a interpretar a Otto, en un principio, y tener alguna que
otra crisis interpretativa, consiguió, con trabajo continuo y con horas, y
horas de estudio, un papel tan gracioso como el de los demás. Porque cada uno
le debe de dar un toque personal a su personaje, y José, con Otto, lo ha hecho,
defendiéndolo con muy buenos resultados. Y finalmente, pese a su escaso papel,
Chari Domínguez ha interpretado a una Ayudante del Doctor muy convincente, con
los toques tan peculiares que Pi quería que tuviese. Sin embargo, este pequeño
papel, también tiene su mérito. Los papeles pequeños también son grandes,
porque forma parte del todo de la obra. Este personaje, es un secundario, pero
tan importante como cualquier otro, ya que gracias a estos intérpretes, apoyan
y ayudan al resto a brillar con luz propia. Además, la Ayudante del Doctor, es
un personaje clave en la obra, se diga lo que se diga, porque es el nexo de
unión de todos los momentos importantes de la obra. Es un personaje que cuando
aparece, cose cada cuadro de la escena, y es el que hace avanzar la obra hasta
el final. Y también tiene su mérito, que pese al ajetreo de un lado y para otro
que ha tenido, con sus estudios de por medio, y demás asuntos extra, haya
terminado por aprenderse de memoria la obra. Y eso, también ha tenido su
recompensa, llegando a ejercer también como regidora, ya que sabía en cada
momento qué hacía quién, y qué decía quién. Y a modo de cierre, mencionar a las
otras dos regidoras, María José Lara (La Pepa) y Gemma Hernández, que además, han ejercido
de attrezzistas, construyendo un mundo apropiado, para ubicar la obra
temporalmente, y haciéndoles sentir a gusto a los actores, que se encontraba
como en su casa, paseando por cada línea, abriendo y cerrando la ventana,
bebiendo agua, colocando los libros, o jugando al Monopoly. Así pues, en la
obra “Trastornaos”, se ha respirado un ambiente muy familiar, que esperemos se
vuelva a repetir”.
Cuando terminé de escribir, ya estaba anocheciendo. El cielo
se encontraba naranja, y el Sol se escondía tras el mar. Salí del apartamento y
me uní a ellos. Estaban todos sentados en la arena, mirando el atardecer. Me
fui acercando a ellos, andando despacito y con las manos en los bolsillos,
relajándome en cada paso. Sin embargo, Javier, dio un salto (no pude hacerle
una ¡Pillada Bohemia! porque me pilló desprevenido), se levantó de la arena y
se arrancó cantando: “¡Ay menéalo! ¡Ay menéalo! ¡Ay menéalo!”. Automáticamente,
Chari ya sabía que era la canción de “La Ensala”, del grupo Los Salaos, la siguió y
terminaron haciendo un círculo entre todos ellos, y comenzaron a tocar las
palmas y a bailar. Me quedé, desde la distancia, mirando a Javier unos
instantes, y vi como disfrutaba viendo a cada uno de sus compañeros reír, y
pasárselo bien. Reflexioné, y lo comprendí todo. Preparé la cámara, y mientras
miraba por el visor, no le vi en cuadro. En aquel momento, bajé poco a poco la
cámara, y me reí. Todos me miraban sonriendo. Y aquella imagen, sin duda, fue
la última ¡Pillada Bohemia! ¡La mía propia! Pero esa imagen… no la publico.
Esa… nos la quedamos para nosotros.
FIN.
¡Pilladas Bohemias!
Lovelas Films.
2016
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